El autor, José Semprún, descubre elementos interesantes en su investigación, como la conexión con la realidad de las unidades militares nacionales, frente al diseño de despacho de las del Frente Popular. Un libro oportuno sobre un tema inoportuno. O, por mejor decir, un buen libro de historia escrito contra la moda temática y estilística impuesta por la historiografía progre y centrado en una materia doblemente espinosa. En efecto, si denostada es hoy la historia militar (paradigma habitual de la tan ampulosamente criticada "historia evenemencial"), tratar la historia del Ejército de Franco durante la última guerra civil española será poco menos que sacrilegio en depende cuáles sacristías laicas. No en vano este libro es publicado por uno de los pocos editores independientes capaces de afrontar el riesgo; será un éxito divulgativo y, aunque haya quien se niegue a reconocerlo, un éxito científico digno de un aplauso. El predominio de la izquierda sobre la cultura española ha tenido consecuencias nefastas en muchos órdenes. Para la historia, ha llevado a la consolidación de tabúes cuasirreligiosos, y a la imposición de verdades reveladas, indiscutibles salvo incurrir en anatema profesional. Éste es uno de ellos: que el Ejército nacional, que venció la guerra civil, fue una emanación viva del pueblo español, fruto de más entusiasmo que medios, que venció por el acierto de su concepción y de su dirección más que por una inexistente (pero oficialmente intocable) superioridad material del bando sublevado contra el Frente Popular en 1936. Semprún realiza un estudio clásico, original en muchos puntos y cimentado en un profundo conocimiento de lo escrito hasta ahora, sobre una institución. En este sentido, el estudio que nos ocupa, además de ser un buen instrumento de divulgación, es una obra de investigación en historia jurídico-institucional. Asistimos en él al nacimiento de las Fuerzas Armadas españolas en su ser contemporáneo, a partir de los restos del Ejército republicano (peninsular y africano) y con las aportaciones que las circunstancias hicieron necesarias: las milicias voluntarias, las fuerzas de Orden Público, los extranjeros. De todo ello se da cuanta y razón. Es interesante comprobar en el libro de Semprún cómo en el Ejército nacional el diseño institucional siempre fue por detrás de la realidad y casi de las necesidades, imperando un realismo incluso excesivamente pragmático. Franco y sus hombres se resistieron a realizar despliegues teóricos de organización militar, dando siempre prioridad a las preferencias y las peticiones de los jefes de unidades. Frente a ellos, el Ejército Popular de la República aparece como mucho mejor perfilado y organizado, con una Gran Unidad modélica como fue la Brigada Mixta, pero con una gran desconexión entre la realidad del frente y la teoría de los despachos. Pocos de estos vicios afectaron al bando que, tal vez por eso, resultó en definitiva vencedor pese al teórico menor prestigio profesional de sus mandos. Pese a algunas críticas recientes, Semprún sostiene que Franco fue creando un Ejército, sobre la base esencial de las fuerzas alzadas en África y en la España septentrional, pensando ante todo en vencer batallas y en vencer la guerra. Los errores de Franco, que los hubo, fueron tal vez los normales en un caso similar, y en definitiva el reflejo de esa mitad del pueblo español que, guste o no guste, se resistió con las armas en la mano a la imposición totalitaria planeada por los dirigentes de la otra mitad. Para Semprún, la Guerra Civil no es una historia de buenos y malos, sino una historia de españoles. Y conocer la historia es un derecho y un deber de las generaciones que afortunadamente no habían vivido tiempos tan crispados. Pascual Tamburri. " El semanal Digital".