"Leer a Chesterton es siempre altamente recomendable: supone una bocanada de frescura, de libertad y de finura que muy pocos pueden igualar. Así pues, lo primero que hay que decir de esta Breve historia de Inglaterra es que es un libro escrito por Chesterton y, en consecuencia, que deben leerlo.
Lo segundo que podemos decir del libro es que no es muy extenso y trata de Inglaterra, pero se nos hace difícil hablar propiamente de historia. Nunca fue la intención de Chesterton el escribir una historia exhaustiva y rigurosa de su patria, sino que más bien quería señalar algunas de las claves que él consideraba esenciales para comprenderla adecuadamente y que veía frecuentemente ignoradas o directamente negadas. Es por ello que el libro presupone un cierto conocimiento de la historia inglesa, sin el cual se hace mucho más difícil su cabal comprensión. Porque Chesterton organiza su libro como una serie de comentarios, originales y refrescantes, a la sucesión de hechos que han ido marcando la vida de Inglaterra y que nos darán una visión atípica de lo ocurrido en ese país.
En efecto, asistiremos a una romanización importante, que deja el famoso elemento celta, tan querido de los modernos neopaganos, en nada o, como mucho, en casi nada. Veremos la recepción de la fe cristiana en la isla y cómo fue moldeando a un pueblo que la aceptó con entusiasmo y que la encarnaría en lo que se conoce como la “Old Merry England”. Sin negar sus defectos, Chesterton nos mostrará cómo la Edad Media fue el periodo más brillante, más divino y más humano de la historia de Inglaterra, aquel en el que los hombres se acercaron más al ideal de vida que más les conviene.
Y así llegamos a lo que, en mi opinión, es la tesis central de la obra: la interpretación de la llamada Reforma primero, y de la Revolución después, como un intento, logrado, por parte de la oligarquía para someter a las clases populares. Para ello debieron socavar la influencia de la Iglesia católica, arrebatándole sus posesiones, que ésta ponía al servicio de los pobres, la influencia de los municipios, arrancándoles las tierras comunales, y finalmente la mismísima influencia del rey, convertido en un servidor de la clase oligárquica que, no sin lucha, consiguió el dominio sobre el país.
No desentrañaremos más detalles sobre las argumentaciones chestertonianas; confiamos en que lo dicho hasta aquí bastará para animar al posible lector a lanzarse sobre este texto. Chesterton nunca defrauda, aquí tampoco. Sólo nos queda recomendar lo ya dicho, sería conveniente refrescar nuestros conocimientos sobre la historia de Albión para poder disfrutar más de los juicios de nuestro autor".
Jorge Soley Climent en Archimadrid.com
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