Cuando a finales de los años 50 Joseph Ratzinger era un joven teólogo, dictó un curso en Viena sobre el concepto «hermano» según el cristianismo.
Aquella investigación histórica y su correspondiente reflexión teológica fueron puestas por escrito para ser publicadas en forma de un libro que ha llegado a convertirse en todo un clásico. Su título es ya una declaración de intenciones: La fraternidad de los cristianos.
¿En dónde radicaba la originalidad de este análisis? ¿Por qué sigue siendo hoy válido? Fundamentalmente porque reúne los datos históricos más significativos del cristianismo primitivo, porque los contrasta con la mentalidad occidental dominante (mezcla de Ilustración y marxismo) y porque propone cuatro tesis teológicas para nada pacíficas: 1) la fraternidad depende del concepto que se tenga de la paternidad de Dios y de cómo sea Dios; 2) la fraternidad cristiana está siempre por delante de los lazos biológicos (familia) y sociales (ciudadanía); 3) el cristiano es antes de nada y sólo hermano del cristiano; 4) el cristiano es hermano para servir a los que están fuera de la comunidad cristiana.
Joseph Ratzinger ha sido profesor de teología y ha desempeñado altas responsabilidades al servicio de la Iglesia en varias diócesis de Alemania y en la Curia romana.
|