El mundo ha llorado a Juan Pablo II, el papa «grande» que guió a la Iglesia en su paso del segundo al tercer milenio. El tiempo nos dirá quién ha sido Karol Wojtyla, el papa de los jóvenes, el papa «totalmente de María», que llegó de un país lejano y contribuyó a cambiar la historia con su mensaje.
Supo hablar directamente al corazón de mucha gente, incluso –y quizá sobre todo– cuando estaba ya sin voz y el sufrimiento físico se hacía más visible.
Que estas páginas sirvan de homenaje afectuoso a través de sus propias «palabras», las más bonitas y representativas de su último año de pontificado: palabras fuertes, emocionantes y conmovedoras, que nos dicen que aquellos «días del silencio» asumen un gran valor de testimonio y pueden considerarse un testamento espiritual en toda regla.
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