Babel, Bulgákov, Mandelshtam, Platónov o Gorki son sólo algunos de los dos mil escritores rusos que desaparecieron durante los años del terror en las grandes purgas promovidas por Stalin. Una persecución que se prolongó más allá de sus muertes, puesto que sus biografías fueron falsificadas y sus manuscritos inéditos escamoteados, lo que dejó al país sin referentes intelectuales ajenos al stalinismo.
Vitali Shentalinski aprovechó la apertura de la perestroika para urdir un plan que hasta ese momento era descabellado: enfrentarse al Partido y a la administración soviética para lograr la rehabilitación civil y artística de varios centenares de escritores represaliados, mediante la publicación de los archivos secretos del KGB.
Así, en Esclavos de la libertad -primero de los tres volúmenes que, junto con Denuncia contra Sócrates y Crimen sin castigo, conforman su trilogía sobre el tema- Shentalinski recupera los expedientes de Isaak Bábel, Pável Florenski o Borís Pilniak, al tiempo que recrea la ardua batalla de Mijaíl Bulgákov por su obra o los últimos días de Maksim Gorki. El resultado es un estremecedor viaje a las postreras horas de una decena de escritores que perecieron víctimas de un régimen de pesadilla.
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