"El cristianismo es el único fenómeno histórico que, a pesar de lo histórico, mejor dicho, justamente por lo histórico, ha querido ser para el individuo el punto de partida de su certidumbre eterna, ha querido interesarle de otra manera que la meramente histórica, ha querido basar su salvación en su relación con algo histórico"..
Sören Kierkegaaard.
Esta reflexión recalca la identificación entre el Cristo de la fe y el Jésus de la Historia, que Pablo VI defendió con lucidez en el Vaticano II, frente a ciertas desviaciones protestantizantes. Identificación que hace suya el autor y que le lleva a concluir: "He sentido acrecentarse inexplicablemente la fe, siempre que ha recorrido en Tierra Santa, los caminos reales del Jesús histórico.
En el libro "Las Puertas del Infierno", Ricardo de la Cierva expone los fundamentos históricos y los contextos de pensamiento que nos permiten comprender el combate entre el Poder de la Luz y las Puertas del Infierno en la época actual. El libro finaliza en la historia interna del Concilio Vaticano II y en la "descomposición", frase de Pablo VI, de la antes fiel y poderosa vanguardia del Ejercito de la Luz, "la Compañía de Ignacio de Loyola", hecho dramático.
En el presente libro, la "Hoz y la Cruz" se estudia la última fase del Asalto y la Defensa de la Roca contra la Revolución marxista-leninista en sus dos vertientes: el planteamiento y el fracaso de la amenaza comunista contra Occidente, lo que llamó lúcidamente el presidente Reagan, el Imperio del Mal; y contra el "marxismo cristiano", descrito por uno de sus líderes, el ogro cubano Fidel CAstro, como "alianza estratégica de cristianos y marxistas para el triunfo de la Revolución" en el Tercer Mundo, pero muy especialmente en Iberoamérica.
En el libro se trata de responder a una pregunta formulada contradictoriamente por dos protagonistas esenciales del Asalto y la Defensa de la Roca; el Papa Juan Pablo II y el teólogo de la liberación que se hace llamar Leonardo Boff, queda explicada la mentira de ese nombre junto a sus demás mentiras.
Para el Papa Juan Pablo II, en su viaje a Guatemala en 1996, la teología de la liberación " ya no supone un problema de nuestros días", en la Nicaragua de 1983 era más difícil encontrarse con el pueblo".
Sin embargo Boff, contradecía en México al Papa: " la teología de la Liberación no es marxismo ni socialismo, sigue viva, no está agonizante ni mucho menos ha muerto". Tras despotricar contra el modelo de desarrollo mundial, al que calificó de " perverso", exaltó el "zapatismo" del subcomandante Marcos y afirmó que la teología de la liberación seguía siendo el gran camino contra los opresores.
Los teólogos de la liberación más tenaces tratan de salir de los cascotes del Muro de Berlín que les sepultó y quieren resucitar su lucha anticapitalista como en los buenos tiempos. El primer final de la teología de la liberación se explica aquí; pero el peligro y la posibilidad de esa actitud rebelde está ahí.
El primer final de esta "teología" que no lo es, sino antropología, ni libera al hombre sino que le esclaviza está explicado en este libro.
Para el estudio de los centros logísticos al servicio de la teología de la liberación, el autor dedica una atención especialísima a dos casos: las Iglesias de los Estados Unidos y de España, sin la que no hubiera crecido el marxismo cristiano en Ibero américa. En ambos casos se aporta documentación importante, en especial con respecto a España, donde las implicaciones entre Iglesia y política son analizadas desde una perspectiva nueva, a partir de fuentes directas que muchas veces resultan sorprendentes.
El autor, hijo fidelísimo de la Iglesia, se mantiene siempre, de manera escrupulosa dentro de la Fe, la Tradición y el Magisterio; eso sí en problemas que afectan a la cultura o a la política, critica si lo considera necesario algunas posiciones de los teólogos, de obispos o de la propia Santa Sede que resultaron desacertadas. Y lo hace en virtud del canon 212, importantísimo, del Código de Derecho Canónico, que dice:
" Todos los fieles tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigo, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarlo a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y la dignidad de las personas".
Por último una doble aclaración final de método y talante. Pablo VI intentó contener el marxismo soviético en Europa mediante una política de diálogo llevada, con la mejor voluntad pero con idebidas concesiones y grave daño a las Iglesias mártires, por el gran diplomático Casaroli. En Iberoamérica Pablo VI, sorprendido por la ofensiva cristiano-marxista que siguió a la Conferencia Episcopal de Medellín en 1968, se opuso firmemente a ella en su exhortación de 1975 Envagelii "nuntiandi", pero la eficacia de la respuesta en uno y otro escenario resultó muy insuficiente. Juan Pablo II, que conocía el marxismo mucho más de cerca, y carecía de los graves complejos de su predecesor, planteó la defensa de la Roca contra el marxismo de forma más decidida, implicándose personalmente en el combate con valor y eficacia asombrosos.
Plantó la bandera blanca y amarilla en su patria, Polonia y la convirtió en ariete contra el comunismo. Viajó al ojo del huracán en Centroamérica y su primer viaje se dirigió a México, que era el objetivo estrátegico principal de los teólogos de la liberación.
Esta toma de posición respecto a las actitudes de los Papas, el autor la extiende, en otras dimensiones, a otras muchas personas y pastores de la Iglesia, en esos dos frentes y en otras partes del mundo. Fuera de los promotores, de los infiltrados y los cómplices a quienes responde contudentemente con la dialéctica de la Historia, a veces de forma implacable y sin la menor contemplación, como ellos mismos hacen; el autor,expresa su respeto por las personas que han actuado con buena intención, eso no obsta para que señale sus conductas equivocadas.
Este libro de Historia, tan dura como la vida, que se refiere a un combate del que han dependido millones de vidas; que afecta a todos los hombres, le ha obligado a que sus críticas, con la salvedad antes mencionada, resulten aceradas, una vez que ha creído documentarlas y probarlas suficientemente. En algunos casos, sin desearlo utiliza la légitima defensa ante agresiones por la espalda, que duelen especialmente cuando provienen del campo propio. Ricardo de la Cierva, amante de la auténtica libertad, persona políticamente incorrecta, ha sufrido censuras, ataques, presiones, silencios por parte de diversos medios de comunicación que le han cercenado su libertad de expresión, incluso para defenderse de cuestiones personales. Desgraciadamente, en algunas ocasiones han venido de algunos cristianos e incluso de algunos prelados.
Terminamos señalando que la complejidad y la interpenetración de los problemas históricos tratados en este libro obliga a veces a volver sobre ellos, desde diversas perspectivas, con una especie de método cíclico. Alguna vez esta aplicación metodológica podrá parecer reiteración. Pero como escribe el autor, " no se me ha escapado el re-enfoque, lo he considerado necesario para la claridad".
|