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La fuerza de la Fe. Vida y martirio de Juan Duarte Martín.(DVD)
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Autor Pedro Sánchez Trujillo.
Editorial
Materia RELIGIÓN.
Submateria
ISBN
Páginas 0
Año 2008
Precio 15 €
Disponibilidad Disponible
Reseña

Juan Duarte Martín, nació en Yunquera (Málaga) el 17 de marzo de 1912 en el seno de una familia, muy religiosa, de modestos labradores. Desde pequeño sintió la vocación sacerdotal ingresando en el nuevo Seminario de Málaga recién construido por el gran Obispo D. Manuel González, en el curso 1925-26. Ante los insuficientes medios económicos de la familia, el padre le planteó cómo podrían pagar sus estudios, él sin vacilar respondió: "No se preocupe, el Señor le va a ayudar". Juan quería mucho al Seminario. Cuando después de la quema de las iglesias y conventos de Málaga en 1931, al mes del advenimiento de la II República (quema que estuvo a punto de costarle la vida, pues esa noche se encontraba en la Iglesia de la Merced, a la que prendieron fuego por todas partes y rodeado por las llamas se salvó saltando por una ventana a la calle), su padre le pidió que aplazara la vuelta al Seminario hasta que la situación política se normalizase, Juan Duarte fue de los valientes que volvieron al mismo, dispuestos a emprender aquella nueva etapa, huérfanos de su Obispo tan querido, D. Manuel González, y con muy escasos recursos económicos, pero con unos superiores que vivían ya el ideal expresado en aquellos días por el propio D. Manuel: "Espíritu Santo, concédenos el gozo de servir a la Madre Iglesia de balde y con todo lo nuestro". Durante los años de Seminario, Juan era, como decía el Padre Soto, "un seminarista ejemplar". Inteligente y estudioso, fue aprobando siempre con las máximas calificaciones. Reconociendo su capacidad, en los últimos cursos se le encomendó la tarea de prefecto de los seminaristas menores, educador de ellos. Era alegre y sencillo, de lo cual tuvieron constancia los niños del catecismo de la parroquia de la Victoria y los de Yunquera. De él y de otros dos seminaristas, José Merino y Miguel Díaz, también de Yunquera, se decía que en sus vacaciones traían la alegría al pueblo. Era muy notable su profunda vocación apostólica. Contaba a este respecto su hermana que Merino le dijo un día: "Cuando sea sacerdote, quiere irse a las misiones". El 1 de julio de 1935 recibió el Subdiaconado; de la noche anterior tenemos una plegaria a la que él alude en una emotiva carta al Obispo Don Manuel González: "¡Con qué ganas me pongo en brazos de la Iglesia y con qué ganas le pido al Señor que me quite la vida si no he de servirla con la alegría que inunda mi alma el día que a ella me entrego!". Al año siguiente fue ordenado Diácono en la Catedral de Málaga, el 6 de marzo de 1936. Cualidades sobresalientes de Duarte eran su arrojo y valentía, sin embargo, dudaba de su capacidad para afrontar el martirio "si llega el momento", como le confesó un día a su amigo Merino. A este arrojo y valentía de Duarte bien pueden llamársele "parresía", esto es, libertad recibida del Espíritu para decir y hacer lo que él quiere. Su familia y los que le trataron de cerca en aquellos meses saben que una respuesta que frecuentemente salía de sus labios cuando alguien le advertía que la situación empeoraba era: "¡El Señor triunfará, el Señor triunfará! Su detención ocurrió el 7 de noviembre en Yunquera. De su casa le llevaron al calabozo municipal, y de allí, con los otros dos seminaristas, José Merino y Miguel Díaz, sobre las cuatro de la tarde, lo trasladaron a El Burgo, donde quedaron sus dos compañeros, martirizados en la noche del 7 al 8, mientras Juan fue llevado hasta Álora. Los motivos para no asesinar a Juan en El Burgo, como hicieron con los otros, y llevarlo a Álora no son suficientemente conocidos, pero parece ser fruto de un acuerdo del Comité Local de Yunquera con algún dirigente revolucionario de Álora. Durante una semana completa fue sometido a una serie de torturas psíquicas y físicas, mutilaciones terroríficas y humillaciones y vejaciones sin término, con el único fin de que blasfemara. Diariamente lo paseaban por la población en un burro, entre burlas y escarnios, mostrándolo, como otro “Ecce Homo”. La buena gente de Álora vivió la pasión de Juan Duarte como la de un hijo o hermano muy querido. Como la indignación de mucha gente de Álora aumentaba por días y la actitud de Juan Duarte se hacía más provocadora –pues con serenidad preguntaba a sus verdugos si no se daban cuenta de que lo que le hacían a él se lo estaban haciendo al Señor–, los dirigentes del Comité decidieron acabar con él proporcionándole una muerte horrenda. Esta muerte se llevó a cabo en la noche del día 15 de noviembre. Lo bajaron a un lugar próximo de la estación de Álora lo tumbaron en el suelo y con un machete lo abrieron en canal de abajo a arriba, le llenaron de gasolina el vientre y el estómago y luego le prendieron fuego. Durante este último tormento, Juan Duarte sólo decía: "Yo os perdono y pido que Dios os perdone... ¡Viva Cristo Rey!". Las últimas palabras que salieron de su boca con los ojos bien abiertos y mirando al cielo fueron: "¡Ya lo estoy viendo... ya lo estoy viendo!". Luego le cortaron la lengua, y finalmente le dieron el tiro de gracia en la nuca. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI, el 28 de octubre de 2007, junto a otros 498 mártires españoles. Ceremonia a la que pudo asistir su, ya, nonagenaria hermana Carmen, carmelita descalza en Ronda. Su biógrafo, el sacerdote natural de Álora, D. Pedro Sánchez Trujillo publicó un libro acerca de su vida, dedicando un lugar importantísimo a su pasión y muerte, de las más conmovedoras que yo haya conocido, y que se asemejan y nos recuerdan a cada instante a la Pasión y Muerte del Señor. Agotada la obra, ante las múltiples peticiones, D. Pedro, decidió realizar un DVD, en el que decanta el contenido de la biografía, adornándola de muchas imágenes y testimonios que enmarcaron las circunstancias existenciales de Juan. Ojalá esta grabación, sirva para alentar, aumentar y propagar la devoción a Juan Duarte; para que sacerdotes y seminaristas fortalezcan su vocación; para que sus testimonio, nos renueve y nos fortalezca nuestra Fe, nuestra Esperanza y nuestra Caridad.

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