A partir del siglo XVII, desde la Ciudad de México partía regularmente una larga caravana de carros con destino a Santa Fe, en Nuevo México, la tierra de frontera. Era una larga jornada de 2.500 kilómetros a través del llamado Camino Real de Tierra Adentro, que trasladaba colonos, frailes, plantones, semillas, caballos, ganados, aperos... todo un bagaje de la cultura hispana, que se fue deslizando hacia el interior de los Estados Unidos, donde aún pervive.
pasaron los tiempos y cambiaron muchas cosas. Los ranchos se conviertieron en pueblos, los poblados en ciudades, la tierra cedió el paso al asfalto, y nuevos aconteciminetos jalonaron la ruta del Camino Real, como la Independencia o la Revolución en México.
Pero otras cosas subsistieron. Se conservan retazos del primitivo camino, el itinerario es el mismo y también lo es el paisaje, con sus cerros, sus valles y sus páramos. Por eso, al recorrer el Camino Real de Tierra adentro, el viajero actual tendrá el privilegio de asomarse a la historia, a la naturaleza, a la cultura, todo ello prendido del tiempo en el derrotero el más importante camino de América del Norte.
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