La defensa del Santuario de la Cabeza por la Guardia Civil es el hecho de armas que ha experimentado una mayor revaloración histórica. El que un simple capitán de la Benemérita transcurridos los dos primeros meses del alzamiento militar de 1936, se pronunciara en el picacho más abrupto de Sierra Morena, con 230 guardias de la Comandancia de Jaén para proteger y salvar a un millar de paisanos âmujeres y niños en su mayorÃa pertenecientes a las familias de sus compañeros de armas pasados a zona nacional, fue una acción insólita, incomprendida, además, durante la contienda por muchos españoles de uno y otro bando. A los ocho meses de peripecias inauditas y de un cerco abrumador, el capitán Cortés sucumbió no sin haber escrito antes, sin proponérselo, el episodio más destacado de toda la historia de la Guardia Civil. Fruto de aquella resistencia indomable fue el trato humanitario, el respeto y hasta la admiración que los vencedores dieron, a su caÃda, a los vencidos.
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