Ramón Lencero Nieto, nació en plena posguerra, (1948) en la extremeña ciudad de MedellÃn, patria chica de uno de los hombres más grandes que estas tierras dieron para gloria de España y de su historia, Hernán Cortes.
Las lacras propias de esta época, la muerte de su queridÃsima madre en plena niñez y la falta total de sintonÃa con la figura del padre, lo encuadraron en un marco existencial, romo, triste y asfixiante, del que deseaba salir huyendo con todas sus fuerzas.
A estas ganas de escaparse del horizonte angosto y negruzco, carente de afectos y lazos familiares sólidos a los que agarrarse, que tenÃa ante sÃ, iba parejo un carácter inquieto, aventurero, ansioso de libertad, que le tentaba con fuerza a conocer nuevos mundos y dejar atrás, la estrechez de miras del pequeño rincón en el que vivÃa.
De haber vivido en la época de su paisano Hernán Cortes, y de otros ilustres extremeños como Pizarro, Cabeza de Vaca...es posible que hubiera seguido sus pasos e incluso su nombre hubiera brillado con letras de oro en el glorioso libro de aquellos valientes aventureros y grandes guerreros, que sin temor alguno a lo desconocido, se adentraron en un continente, inmenso y desconocido, descubriéndolo y luego conquistándolo para gloria de la nación española.
Pero, desgraciadamente, no le tocó vivir esa época. Su tiempo era otro...más chato y vulgar.
Desde crÃo comenzó a escaparse de la casa, las primeras veces sólo unas horas, luego varios dÃas, hasta que en la adolescencia dio el salto definitivo.
Tras años de febriles aventuras por toda la vieja piel de toro y por la vecina Francia, (se hizo experto en cruzar la frontera por diversos lugares) ingresó en la Legión, en el Tercio Duque de Alba, donde comenzó una nueva vida que parecÃa plenamente encauzada y encarrilada para bien. En el GarcÃa Aldave parecÃa que nuestro protagonista habÃa alcanzado el sentido último de su existencia, se encontraba feliz, realizado y sobretodo amparado por esa especie de Madre que es la Legión, conformada por la suma de los que la sirvieron desde el primer momento hasta el último alistado.
Ascendió a cabo y cuando todo iba sobre ruedas, un caluroso dÃa de Santiago cometió una tonterÃa que se complicó hasta lÃmites insospechados, dándole un giro de 180º a su destino.
Los años siguientes fueron duros, difÃciles, vividos en constante nomadeo por todas partes, pero siempre en positivo y mirando hacia adelante, pues es un luchador nato. Eso sÃ, sólo, desarraigado, adjetivos que le perseguirán durante muchos años.
Volvió a alistarse al Tercio, en el entonces Sáhara español, pero una " cruz" que habÃa dejado en Canarias, le destrozó su estancia en él, cuando de nuevo habÃa encontrado su senda y las ilusiones comenzaban a florecer en otro inicio de primavera vital que fue aplastada y cercenada por las circunstancias.
De nuevo se lanzó a la aventura por todo el mundo, España se le habÃa quedado chica, trabajando en mil cosas; ocupado en barcos cargueros se recorrió muchÃsimos rincones de la tierra, desde las costas africanas donde le pasaran peripecias incontables a el conocimiento profundo de las dos formas de entender América, Los EE.UU y México, cada cual con sus pros y sus contras, con sus defectos y virtudes.
Después de varios años de vida azarosa se alistó en la Legión Francesa, y dentro de ella, posteriormente, en el grupo paracaidista, el regimiento de élite por antonomasia de toda Francia, siempre destacando por su espÃritu de sacrificio y dureza hasta lÃmites insospechados que no desvelaré al futuro lector.
Volvió a España y tras merodear un tiempo, de nuevo ingresó en la Legión, en otro Tercio y con otro nombre, allà comenzó desde cero y su vida empezó de nuevo a tener sentido y su persona a sentirse querida y arropada por el Tercio.
Continuó en la Legión, al final ha pasado por los cuatro tercios, finalizando en la Unidad de Operaciones de la Legión y luego en la legendaria BOEL. Allà era querido, respetado y de nuevo habÃa encontrado el sentido a su vida. Eso sÃ, en cuanto a afectos personales profundos, se encontraba, como siempre, solo, tremendamente solo.
Se sintió tremendamente feliz al conseguir tras diez meses, duros pero muy ilusionados, en la Academia de Operaciones Especiales de Jaca, el Diploma de Operaciones Especiales. Estaba muy ilusionado con la nueva U.O.E.L.
En Granada, practicando el esquà junto a sus alumnos, tuvo un accidente, en principio las consecuencias se limitaban a una rotura en la rodilla, que fue escayolada y a la que no se le dio mayor importancia. Era la época en que hacÃa el curso para sargento y esto le mantenÃa muy ilusionado,habÃa aprobado los primeros exámenes del mismo. Pero lo de la rodilla se complicó y para mayor inri se ocuparon de echarle fuego al asunto, los "matasanos" de un hospital rondeño, que cometieron por impericia o negligencia... una cadena de atrocidades que le pudieron costar la vida además de dejarle la rodilla hecha una pifia.
Nadie protestó o se quejó al Hospital, no habÃa ningún ser querido esperando en los pasillos de dicho hospital. Era el "leif motiv de su vida", la soledad, la falta de afectos, durÃsima en un hombre afectuoso, sensible y cariñoso por naturaleza.
Acudió al Gómez Ulla, donde destaca el cariño que encontró en médicos militares, enfermeras y hasta en las limpiadoras, le operaron de nuevo y vieron la " barrabasada" que le habÃan realizado los "médicos civiles rondeños". Pero aunque lo intentaron todo, las cosas no podÃan volver a un estado satisfactorio para seguir, de forma activa y combativa en los puestos de más riesgo de la naciente BOEL.
Resistió, con resignación la nueva situación y continuó varios años más en la BOEL, en destinos más en sintonÃa con su nueva situación. Esto le quemaba la sangre, pues es un hombre de acción, un combatiente nato, y hacÃa todo lo humanamente posible para superar su problema, pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible...
Le ofrecieron el ascenso a Sargento, que ya estaba a punto de conseguir, antes del accidente de Sierra Nevada, merecido por completo, pero lo rechazó, pues consideraba que si no lo conseguÃa en igualdad de condiciones, no era merecedor de dicho rango.. De esta manera está tallado este hombre.
En un periodo de permiso, marcha a México, ya no como un desarrapado, sino con el honor y la honra de ser un hombre de bien, un auténtico Caballero Legionario que se habÃa ido forjando en muchos años, de fuego, martillo yunque.. Tuvo la inmensa fortuna de conocer a la mujer de su vida, con la que posteriormente se casó y tuvo tres hijos.
En la actualidad vive en un pueblo de Badajoz. PodrÃa decirse que de forma definitiva, pero quien sabe, esta palabra parece que no está marcada en sus genes.
Su autobiografÃa, es interesantÃsima, está escrita con el corazón y con la llaneza y la claridad de un hombre del pueblo, que llama a las cosas por su nombre, para que sean bien entendidas por sus congéneres que la quieran leer. Su amenidad es tan grande que se lee a paso legionario, y la página final llega como cuando se presencia un marcial desfile del Tercio, en el qué la intensidad y la rapidez del mismo es de tal calibre que sin haberse acostumbrado todavÃa la vista, ya ha pasado el último legionario, tras la estela de roncos tambores y agudos sonidos de cornetas de guerra.
No tiene "carné" de escritor profesional, pero tiene madera y alma de poeta, la posible falta de técnica literaria que pudiera existir, es suplida de manera innata por la interesantÃsima contundencia de los hechos que relata.
Recomiendo muchÃsimo la lectura de estas Memorias. Os vais a encontrar con todo un pesonaje sin igual, alguien que en esta época "enana" de la vida española sólo se puede encontrar en la Legión, es el último reducto para estos hombres sin tacha, espejo fiel, puro y destilado de las esencias más excelsas del Credo de la Legión a la que ama y siente casi tanto como a su querida España, por la que darÃa su vida si fuera menester, pues asà se lo enseñó, su Madre Legión y el lo juró tres veces besando con pasión el sÃmbolo rojigualda de la Patria.
Ramón , ha sido Caballero Legionario de los Tercios, Gran Capitán I de la Legión, Duque de Alba II de la Legión, Don Juan de Austria III de la Legión, y Alejandro Farnesio, IV de la Legión y en la Legión Extranjera Francesa. Paracaidista en la dos Legiones y Caballero de la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión, asà como de la Unidad de Operaciones especiales de la misma.
En su vida legionaria y en la civil, en donde vivió innumerables e intensas aventuras por diversos paÃses, en especial México, Puerto Rico y USA, se llamó Francisco Rivera Sánchez, Albert Vergara, Nelson Romero, Ramondo Lozano y el más conocido y querido por él, Rogaciano Goana Nelson, Cabo 1º y Caballero Legionario, con el que dejó forzosamente el servicio tras serle concedida la medalla de Sufrimiento por la Patria.
En la actualidad volvió a su nombre y apellidos primigenios, aquellos que le unen a sus raÃces telúricas, en especial a su queridÃsima y amadÃsima madre que le dejó, después de caer enferma, cuando era sólo un niño que comenzaba a asomarse a la vida. Su recuerdo es lo único imperecedero en una vida tan intensa y agitada. El único faro al que agarrarse en la noche de su devenir, aquà abajo.
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