Zita de Borbón-Parma, fue la última Emperatriz y Reina consorte de Austria-Hungría (1916-1918) como esposa de Carlos I de Austria y IV de Hungría.
Zita se casó con el Archiduque Carlos de Habsburgo en 1911. Carlos se convirtió en heredero del emperador Francisco José I en 1914 tras el asesinato de su tío el Archiduque Francisco Fernando de Austria, y accedió al trono en 1916 con la muerte del Emperador.
Tras finalizar la Primera Guerra Mundial y la consiguiente derrota de los imperios centrales tuvieron que abdicar y exilarse por diversos países de Europa. La prematura muerte de su marido impuso a la emperatriz la obligación de cuidar y preocuparse del futuro de sus hijos de modo personal y con poca ayuda. La profunda formación cristiana que había recibido fue su baluarte para sobreponerse a las difíciles circunstancias."Lo que siempre me impresionó de ella fue su serenidad, nacida de un total abandono en la Divina Providencia, de su obediencia a la enseñanza de la Iglesia y de su constante búsqueda de la voluntad de Dios para someterse a ella lo mejor posible: cosa que refleja muy bien este libro [...].Es para mí una satisfacción que el abad Debris haya podido reunir los documentos que le han permitido escribir este hermoso libro, en el que reconozco fielmente a mi madrina, y deseo que la belleza y delicadeza de algunos de sus rasgos espirituales conmuevan a muchos lectores".
M. l’Abbé Cyrille Debris, Postulador de la causa de beatificación y canonización de la Sierva de Dios Zita, Emperatriz de Austria y Reina Apostólica de Hungría, Esposa y madre de familia. es doctor en Historia y Teología. Entusiasta estudioso de lo concerniente a los últimos Habsburgo desde muy joven. Ordenado sacerdote en 2007. Después de completar los cursos especializados (Teología de la santidad, Hagiografía y Derecho Canónico) en el Studium de la Congregación para las Causas de los Santos (Vaticano, Summa cum laude, 2008), fue elegido por los promotores como postulador para la causa de Beatificación de la Sierva de Dios, la emperatriz Zita y reconocido como tal por el obispo de Le Mans.
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