He escrito un cuento cristiano, para cristianos o para todo aquel que quiera acercarse a la Navidad cristiana. No es un llamamiento, es solo una mirada hacia el corazón de la fe. La regla de San Benito le dice al monje: "Inclina el oído de tu corazón", que es como decir: escucha con el corazón.
»La Navidad es una fiesta alegre y familiar, pero es también un momento de recogimiento. Y hay muchas cosas que se pueden hacer para purificar la fe, no es necesario irse al desierto para hacerlo. Se puede reducir el ruido, se puede buscar una liturgia digna de Dios, se puede aprender a rezar el breviario íntegro, que incluía esos salmos hermosos y terribles que lamentablemente no aparecen ya en la última reforma, pero que nadie prohíbe rezar, y que son un canto terrible y maravilloso a Dios. Se pueden contar a los niños las maravillas que Dios ha hecho desde la creación del mundo, se les puede enseñar a ver la realidad con los ojos con los que mira la Iglesia, con mirada sobrenatural.
»Para mí esa es la tarea urgente, purificar, recuperar, reconstruir, vivir como medievales, con el Credo, los sacramentos, la misa y la oración, sanamente alejados de los cambios y los vaivenes de dentro y de fuera de las murallas. Pensar en la propia salvación con temor y temblor, como enseña San Pablo, y dejarse deslumbrar por la fuerza y la belleza de Dios.
-Por cierto, me parece de una belleza maravillosa la forma de presentar a la Virgen mediando en el paso a la luz....
-Ella es el verdadero corazón del cuento, eso sí te lo puedo decir.
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Una entrevista de Pablo Cervera para Religión en Libertad.
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