Absolutamente todo el mundo coincide en considerar a Ludwig van Beethoven como "un genio" incluso como uno de los genios más grandes de la historia. su Novena Sinfonía es la única obra musical que ha sido declarada oficialmente Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, la vida de Beethoven, a diferencia de la de otros genios, se nos aparece, por lo que se refiere a su decurso externo y visible, un tanto opaca y gris. Beethoven fue un ser relativamente huraño, con no muchos amigos, sordo, aislado; no se casó, apenas viajó, no concitó en su entorno grandes multitudes ( excepto el día de su entierro), ni tampoco su vida, cara al espectador de la calle o a un observador de su comportamiento, registra hechos extraordinarios, ni debería despertar excesivo interés. Si es cierto, como él mismo dijo, que mi vida es mi música, apenas cabe hacer acerca de su persona más que "una biografía musical". No en cuanto estudio musicológico, que se alejaría del género biográfico, para quedar reservado a los especialistas, sino en cuanto análisis de cómo sintió hasta el fondo la llamada de la música y cómo esta música es un reflejo inestimable y maravilloso de sus vivencias y de sus sentimientos, al mismo tiempo que nos permite comprender más que ningún otro elemento, a una persona y una vida interior apasionada y fascinante.
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